19-23 octubre 2022,  CC Las Cigarreras

Panóptico Digital

Panóptico fue la propuesta arquitectónica para cárceles propuesta por el filósofo Jeremy Bentahm en el S.XVIII que consistía en una torre en el centro de un recinto en el que todos los reclusos condicionaban su comportamiento por la posibilidad de ser vistos desde un vigilante oculto en ella. El fundamento de este modelo que se extendió a fábricas, escuelas y hospitales, según Gilles Deleuze << no es “ver sin ser visto”, sino “imponer una conducta cualquiera a una multiplicidad humana cualquiera”.».

Hoy vivimos inmersos en lo que el filósofo surcoreano Byung-Chul Han denomina Panóptico Digital donde, estando más vigilados que nunca, nos creemos en libertad. En una sociedad de la transparencia cada individuo es al mismo tiempo vigilado y vigilante. Los sujetos del panóptico digital colaboran de manera activa, a través de su necesidad de exhibicionismo y voyeurismo. Ellos colaboran, venciendo toda resistencia a mostrar su intimidad, ya que la necesidad de traspasar el muro de la vergüenza y exhibirse resulta necesaria a los fines de obtener valor. Este depende de la voluntad de exhibición. En las redes sociales resulta indispensable mostrarse en fotografías, comentar actos banales o importantes – es lo mismo, la cuestión es publicarse – o revelar alguna intimidad para despertar la atención. El resultado, según Han, tiende a la uniformidad y a aniquilar la libertad de acción, de lo cual resulta un totalitarismo nuevo, objeto de lo que llama la psicopolítica. Ya no se trata de la incidencia del poder en los cuerpos propia de la biopolítica, sino del moldeamiento de las actitudes, conductas, de la deformación de la moral, la conciencia, los valores y la intimidad.

En su libro “En el enjambre” nos recuerda que «Respeto» significa, literalmente, «mirar hacia atrás». Es un mirar de nuevo. En el contacto respetuoso con los otros nos guardamos del mirar curioso. El respeto presupone una mirada distanciada, un pathos de la distancia. Hoy esa actitud deja paso a una mirada sin distancias, que es típica del espectáculo. El verbo latino spectare, del que toma su raíz la palabra «espectáculo», es un alargar la vista a la manera de un mirón, actitud a la que le falta la consideración distanciada, el respeto (respectare). La distancia distingue el respectare del spectare. Una sociedad sin respeto, sin pathos de la distancia, conduce a la sociedad del escándalo.

El respeto constituye la pieza fundamental para lo público. Donde desaparece el respeto, decae lo público. La decadencia de lo público y la creciente falta de respeto se condicionan recíprocamente. Lo público presupone, entre otras cosas, apartar la vista de lo privado bajo la dirección del respeto. El distanciamiento es constitutivo para el espacio público. Hoy, en cambio, reina una total falta de distancia, en la que la intimidad es expuesta públicamente y lo privado se hace público. Sin distancia tampoco es posible ningún decoro. También el entendimiento presupone una mirada distanciada. La comunicación digital deshace, en general, las distancias.
La destrucción de las distancias espaciales va de la mano con la erosión de las distancias mentales. La medialidad de lo digital es perjudicial para el respeto. (…)

La falta de distancia conduce a que lo público y lo privado se mezclen. La comunicación digital fomenta esta exposición pornográfica de la intimidad y de la esfera privada. También las redes sociales se muestran como espacios de exposición de lo privado. El medio digital, como tal, privatiza la comunicación, por cuanto desplaza de lo público a lo privado la producción de información.

En esta pieza quise poder experimentar como el visitante se relaciona con la mirada de los demás: nos sentimos intimidados o buscamos ser vistos, capturar hasta la atención de las miradas más cercanas a otros. O quizás prefiramos contemplar el juego desde fuera. Si nadie entra en el juego el sistema -nosotros- podríamos al fin descansar.